Escena de Blonde Venus (Josef Von Sternberg, 1932):
Escena de The Shanghai Express (Josef Von Sternberg, 1932):
«“¿Qué salvaría yo de un incendio si tuviera que elegir un filme de la historia del cine? Supongo que para los aficionados de Antonioni y Godard, sería una fatalidad mi elección.” El comentario cierra “Homenaje a Von Sternberg”, escrito por Puig en 1969 para la revista española Bazaar, en el que de la filmografía revisitada del director vienés, elige la tetralogía compartida con Marlene Dietrich en Hollywood, producida entre 1931 y 1934: Marruecos (Morocco), Fatalidad (Dishonored), El expreso de Shanghai (The Shanghai Express) y La venus rubia (Blonde Venus). ¿Por qué ese lugar de fervorosa preeminencia para Von Sternberg?
Dos gestos extremos resumen el atractivo de la alianza Sternberg-Dietrich. Por un lado, el ilusionismo de Sternberg, que en su declarada intención de crear un mundo artificial –un “heterocosmos de luces y sombras”-, puede leerse como una crítica moderna al “ilusionismo realista” de Hollywood; por otro, la figura enigmática y andrógina de Marlene que con su énfasis en la sexualidad como representación, libera a la mujer de las imposiciones fijas de los roles sexuales tradicionales. Las tramas de von Sternberg, aparentemente dóciles a las pasiones intensas del melodrama, al exotismo del relato de aventuras o a las dobles identidades del relato de espionaje, encuentran en el ímpetu femenino de Marlene la posibilidad de un desafío más audaz. Espía o cabaretera, andrógina y misteriosa, Dietrich es el emblema de la mujer que enfrenta el mundo masculino y las convenciones sociales impuestas al mundo femenino, sometiéndose únicamente a los dictados del corazón.»
(Fragmento de “Del escritor como contrabandista” artículo de Graciela Speranza incluido en la edición crítica de El beso de la mujer araña, pp. 559-560)